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lunes, 19 de agosto de 2013

Consejos para transportar al caballo



Cada vez que queremos acudir a una competición o curso con nuestro caballo nos vemos obligados a tener que utilizar un transporte adecuado para trasladarlo. El caballo puede ponerse nervioso o no querer subir al camión o remolque, pues para él es un sitio desconocido, se siente encerrado y puede ser que no colabore demasiado. Por ello, lo principal es actuar con tranquilidad y transmitirle nuestra calma. 
Si se trata de un camión donde hay más caballos, la tarea será más fácil, pues el animal, guiado por su instinto gregario, seguirá a los demás. Si se trata de embarcar él solo en un remolque o van, puede que se lo piense dos veces. Para facilitar las cosas, una serie de consejos nos ayudarán a realizar la operación con éxito:
  1. Se aconseja que el caballo, dentro de lo posible, no haya realizado grandes esfuerzos antes del viaje, aunque esto es un poco difícil si se trata de regresar después de un concurso, por ejemplo. También aconsejan que suba con los intestinos llenos, pero de haber comido heno y no pienso, que es más difícil de digerir.
  2. Por supuesto, antes de acercarlo al remolque, habremos previsto que esté todo preparado para partir en cuanto haya subido, pues el caballo si está parado dentro del remolque se puede empezar a poner nervioso.
  3. Asimismo, habremos verificado que no hemos dejado ningún bulto dentro del habitáculo que lo pueda golpear durante el viaje. y que el caballo vaya con sus protectores de transporte, para que no se lastime durante el viaje.
  4. No se trata de obligar al caballo ni hacerlo subir a la fuerza. Es una animal con memoria y no es nada bueno que asocie el embarcar con fustazos, golpes o situaciones desagradables.
  5. Lo mejor es abrir la puerta delantera y las traseras del remolque y que haya luz. Podemos cubrir el suelo de paja o viruta, para que el animal lo asocie a su cuadra.
  6.  Guiaremos al animal con determinación y sin mirarlo, y llegando en una trayectoria recta, subiremos primero nosotros para que vea que no hay ningún peligro.
  7. Si se resiste, no tiraremos ni haremos maniobras bruscas. Vamos a tener que transportarlo más veces, así que es mejor tener paciencia y que no lo asocie con una experiencia traumática. Lo mejor es animarlo a entrar, repitiendo si es necesario la operación de aproximación al remolque.
  8. Podemos utilizar trucos para atraerlo, como poner su propio estiércol en el suelo, para que huela a él. O atraerlo desde el fondo del van con unas zanahorias, por ejemplo. Para un caballo que no ha viajado mucho, podemos hacerlo comer varias veces en el interior del van y así el día en que realmente lo vamos a transportar subirá sin problemas, ya que lo va a asociar con un lugar donde hay comida. Por supuesto, el día del viaje no le daremos de comer ahí dentro.
  9. Con todos estos trucos, el animal se irá acostumbrando y terminará por subir a la primera.

Una vez que hayamos llegado al punto de destino, dejaremos que baje él con toda tranquilidad, y le podemos dar un paseo para que se aclimate al nuevo lugar y estire los músculos.
En el próximo post hablaremos de cómo gestionar el estrés que puede sufrir un caballo a la hora de viajar.

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lunes, 8 de abril de 2013

El caballo, un animal de instinto





Los caballos, como animales que son, reaccionan por instinto. El instinto es el conjunto de reacciones exteriores y comunes de las que el caballo no es consciente. El instinto quiere decir que los caballos no piensan en lo que hacen o en cómo reaccionar. Esto les permite sobrevivir. Cuando un potro ve algo que le asusta se echa a correr sin pensar; lo hace por el instinto.

Un potro no distingue las cosas peligrosas de las inofensivas. Por ejemplo, cuando oye una bolsa puede pensar que es un depredador que lo va a atacar. Él prefiere echar a correr y luego se plantea qué era.

Cuando un caballo se hace mayor consigue por su olfato y su oído distinguir las cosas peligrosas de las inofensivas, sobre todo durante la noche. Esto no les desorienta porque se saben los caminos de huida de memoria.

El cerebro del caballo es muy pequeño en relación con su tamaño, y por ello es definido como un animal de instinto, no de razón.

Su constante tendencia a alejarse de la amenaza de un ataque se produce gracias a su instinto de conservación.

Los caballos son una presa que, por su carne, gusta mucho a los predadores. También son una comida rápida. Un predador es un animal que come a otros y el animal que es comido es la presa.

  • Las características de un predador son: 
  1. Los ojos en la parte delantera de la cara.
  2. Unas orejas pequeñas.
  3. Músculos que les hacen veloces en distancias cortas.
  4. Dientes y uñas afiladas para matar.
  • Las características de una presa son:
  1. Los ojos a los lados de su cara.
  2. Las orejas grandes.
  3. La capacidad de correr mucho en distancias largas.
  4. Dientes para comer hierba y no tienen ni garras ni dientes afilados.
El caballo posee una memoria retentiva. Por ello es muy importante recompensarle tras una buena actuación, ya que lo asociará con una experiencia agradable y repetirá la misma tarea de forma óptima cada vez que se le requiera. De la misma forma, si lo castigamos tras una acción negativa la asociará  como una experiencia desagradable y es poco probable que la repita. Tanto la recompensa como le castigo ha de ser inmediato, ya que se le permite asociar exactamente al animal lo que está bien o no. 

Su instinto gregario, y del que hemos hablado en el post anterior, es precisamente el que lo convierte en animal de manada, buscando la interacción social con sus iguales.
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