Para investigar el estrés que experimenta un caballo cuando viaja, en Francia se han llevado a cabo recientemente dos estudios con resultados concluyentes.
En el primero de ellos se experimentó con un grupo de siete caballos, muy habituados al transporte. Se conocen, pues están en las mismas cuadras, disminuyendo así el nivel de estrés, que sería mayor si viajasen con desconocidos. Se recorren 1370 km en dos días, descansando una noche.
El estrés se evalúa a través del nivel de cortisol, una hormona que se encuentra en saliva y heces y que el organismo libera como respuesta al estrés, y de la que se toman muestras dos días antes del viaje, durante el transporte y durante los tres dias que siguen al regreso a las cuadras.
El nivel de cortisol comienza a aumentar una hora antes de iniciarse el viaje, cuando el ambiente en las cuadras se agita con los preparativos.
Durante el transporte la tasa aumenta situándose en su valor más alto hacia la mitad de la primera jornada. Disminuye significativamente cuando se llega a las cuadras donde van a hacer noche. Todo vuelve a reiniciarse durante el segundo día de transporte.
Este estudio concluye que, incluso tratándose de un camión muy confortable y entre caballos que se conocen bien, el viaje supone una fuente de estrés para el animal. La noche de descanso entre las dos jornadas de viaje se revela como muy reparadora para los caballos, por lo que se aconseja llegar la víspera de una competición para dejar descansar y tranquilizarse al equino.
Un segundo estudio se centró en el posible estrés que sufre el caballo durante una representación o competición, dado el aumento de factores como ruidos, música, aplausos, luces.... Y concluye que, al contrario que los jinetes, los equinos no experimentan un aumento de estrés durante el momento puntual de la competición.
https://plus.google.com/u/0/111436238021717917699/posts
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