lunes, 8 de abril de 2013

El caballo, un animal de instinto





Los caballos, como animales que son, reaccionan por instinto. El instinto es el conjunto de reacciones exteriores y comunes de las que el caballo no es consciente. El instinto quiere decir que los caballos no piensan en lo que hacen o en cómo reaccionar. Esto les permite sobrevivir. Cuando un potro ve algo que le asusta se echa a correr sin pensar; lo hace por el instinto.

Un potro no distingue las cosas peligrosas de las inofensivas. Por ejemplo, cuando oye una bolsa puede pensar que es un depredador que lo va a atacar. Él prefiere echar a correr y luego se plantea qué era.

Cuando un caballo se hace mayor consigue por su olfato y su oído distinguir las cosas peligrosas de las inofensivas, sobre todo durante la noche. Esto no les desorienta porque se saben los caminos de huida de memoria.

El cerebro del caballo es muy pequeño en relación con su tamaño, y por ello es definido como un animal de instinto, no de razón.

Su constante tendencia a alejarse de la amenaza de un ataque se produce gracias a su instinto de conservación.

Los caballos son una presa que, por su carne, gusta mucho a los predadores. También son una comida rápida. Un predador es un animal que come a otros y el animal que es comido es la presa.

  • Las características de un predador son: 
  1. Los ojos en la parte delantera de la cara.
  2. Unas orejas pequeñas.
  3. Músculos que les hacen veloces en distancias cortas.
  4. Dientes y uñas afiladas para matar.
  • Las características de una presa son:
  1. Los ojos a los lados de su cara.
  2. Las orejas grandes.
  3. La capacidad de correr mucho en distancias largas.
  4. Dientes para comer hierba y no tienen ni garras ni dientes afilados.
El caballo posee una memoria retentiva. Por ello es muy importante recompensarle tras una buena actuación, ya que lo asociará con una experiencia agradable y repetirá la misma tarea de forma óptima cada vez que se le requiera. De la misma forma, si lo castigamos tras una acción negativa la asociará  como una experiencia desagradable y es poco probable que la repita. Tanto la recompensa como le castigo ha de ser inmediato, ya que se le permite asociar exactamente al animal lo que está bien o no. 

Su instinto gregario, y del que hemos hablado en el post anterior, es precisamente el que lo convierte en animal de manada, buscando la interacción social con sus iguales.
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